La derecha gana terreno en Europa y la izquierda sigue sin votar. Los resultados de ayer fueron demoledores, Europa avanza hacia la derecha más conservadora, aunque los comentaristas intenten suavizar el tono de estos partidos calificándolos de centro derecha. Me gustaría que algunas de estas personas me explicaran qué es el centro, qué ideología encierra el centro, el centro respecto a qué. La Real Academia Española dice que es la tendencia o agrupación política cuya ideología es intermedia entre la derecha y la izquierda, sin embargo por más que leo y releo los programas que estos partidos llevan a Europa no veo ningún atisbo de medidas que se puedan considerar de ideología de izquierdas.
Ayer se me cayeron los cristos del alma – como decía Cesar Vallejo-, de alguna fe adorable que el destino blasfema. Ciñéndome al panorama nacional, el problema de la izquierda es un problema endémico. La derecha española vota porque es disciplinada, incluso en ocasiones un poco autómata, y en esto siempre tiene las de ganar. No se si la izquierda peca de exceso de realismo y desencanto, o simplemente de excesiva generosidad consigo misma. Es la que más protesta, la que más se queja, la que más manifestaciones apoya, la que es capaz de dar vueltas y más vueltas sobre un tema hasta agotarlo, de beberse las madrugadas buscando la solución al conflicto global, pero luego, no vota. Porque no merece la pena, porque son el mismo perro con distinto collar, porque no me viene bien, porque tengo resaca, porque no me apetece quitarme el pijama, porque pa qué.
Y así le luce el pelo a la triste España y a la vieja Europa. Que luego no se quejen cuando nos suban la tarifa del móvil, cuando nos eliminen subsidios, cuando nos obliguen a disminuir el gasto social, cuando se aplique el libre mercado en todos los sectores, bienes y servicios (y quédense con lo de servicios), etc.
Ayer sentí rabia, pero no porque ganaran los partidos de derecha, sino rabia por el 54 % que se quedó sin votar, que no ejerció su derecho al voto por el que lucharon y perdieron la vida tantos hombre y mujeres, verdaderos padres de nuestra actual democracia. Me gustaría que la gente votara, aunque sólo fuera por respeto a ellos, no habría mejor Ley de Memoria Histórica.
Hay golpes en la vida, tan fuertes…¡Yo no sé!