lunes, 8 de marzo de 2010

LOS CLÁSICOS



Tenemos una extraña relación con los clásicos. Están ahí, en la distancia, parecen que nos miran desde un lugar impreciso, ligeramente elevado, con mirada displicente y marcial: admírame, acércate, pero no me toques, no me copias, no me juzgues o mi índice implacable encarnado en crítico te acusará de plagio, de ignorancia, de pedantería progre.

Es paradójico, los clásico aparecen como algo transgresor, subversivo, abren lanza a una nueva perspectiva, rompe con los viejos referentes, con los clásicos de su tiempo dando una nueva visión del arte. Botticelli, Monet, Bach, Led Zeppelin, Cervantes, Borges…

Los admiramos, a veces les odiamos, nos resultan terriblemente cercanos pero al mismo tiempo fríos, sombríos, oscuros. ¿Qué les pasa a los clásicos?

A los clásicos no les pasa nada, los clásicos no están lejos, ni son fríos, ni arrogantes ni nos señalan con dedo acusador. El artista hizo algo en su momento porque lo sintió así, sin la perspectiva de marcar la historia o ser un referente (aunque esa sea en definitiva la motivación de todo, o casi todo, artista), están haciendo tentativas sin saber a ciencia cierta en qué deparará todo aquello. Somos nosotros los que creamos todas esas etiquetas y prejuicios por un miedo paralizador a expresarnos, a superarlos a transgredirlos y fracasar.

Por suerte hay creadores valientes que huyendo de las etiquetas, los arquetipos, los juicios paralelos y el miedo paralizador se lanzan y aprovechando la esencia creadora que le han dejado estos padres, hacen algo único, nuevo, y por qué no decirlo más enriquecedor.

La otra noche tuve la oportunidad de ver a dos creadores de esta talla, Los Doos. Un dueto afincado entre Madrid y León que hace versiones de The Doors, y digo mal “versiones” porque realmente tiene un sonido extraordinario y único. Llevo escuchando a The Doors desde que tengo uso de razón o mi memoria alcanza a recordar, probablemente desde antes de los 8 años. Los Doos me han hecho descubrir que The Doors es mucho más de lo que había escuchado hasta ese momento, versiones funkies, versiones roqueras, psicodelia electrónica, un derroche de ritmos, sones, punteos de guitarra, un órgano hammond que te translada a los 60 y un chorro de voz que nada tiene que envidiar al de San Morrison, de la mano de dos músicos excepcionales. Creo que nunca se habían movido tanto mis pies escuchando el Hyacinths House, Casa Jacinto.

Gracias por acercaros a los clásicos y tocarlos. Sin miedo. Gracias por transformar ese polvo de oro que queda entre los dedos al tocarlos en arte puro. Gracias por enseñarme que uno de mis grupos favoritos no está muerto, no es un clásico, es arte en movimiento, es materia viva, latente, creadora. Gracias en fin por hacerme disfrutar como la enana que descubrió a los Doors con 8 años.

Aquí os dejo el link al myspace de estos valientes. Si alguna vez se dejan caer por vuestro pueblo no os los perdáis, merecen la pena, tanto si sois amantes de los Doors como sino.